Misiones, martes 28 de octubre de 2025. En tiempos donde los bosques nativos siguen desapareciendo, la Fundación Vida Silvestre Argentina celebra un logro poco habitual: más de 200.000 árboles nativos plantados y 16 años consecutivos de trabajo en el territorio para recuperar la selva misionera, uno de los últimos refugios del yaguareté, especie emblemática de la fauna argentina y en peligro de extinción.
Desde 2008, la organización sostiene un programa de restauración del paisaje continua, que combina ciencia, compromiso comunitario y acción concreta. Con un enfoque de conservación inclusiva, la iniciativa se lleva adelante junto a más de 200 familias rurales de Andresito y San Pedro, y hasta ahora se reforestaron más de 640 hectáreas con especies nativas en áreas estratégicas para reconectar fragmentos de selva y fortalecer corredores de biodiversidad.
“La iniciativa va mucho más allá que sólo plantar arbolitos, sino que conlleva un trabajo social y productivo de fondo mediante el cual se busca alcanzar un equilibrio que responda no solo a problemáticas ambientales sino también a las necesidades que atraviesan las familias involucradas”, señaló Lucía Lazzari, coordinadora de bosques de Fundación Vida Silvestre Argentina. “Con el apoyo y acompañamiento de los gobiernos municipales y del INTA, el trabajo de restauración también incluye la asistencia en mejoras de acceso al agua para las familias que lo requieren, así como el apoyo para mejorar actividades productivas que son de interés para cada una de ellas”, destacó Lazzari.
Actualmente, el foco se encuentra en el municipio de San Pedro, donde se busca reconectar el Parque Provincial Cruce Caballero con la Reserva de Biósfera Yabotí, un corredor vital para la fauna misionera.
“La continuidad y sostenibilidad del trabajo a lo largo del tiempo es clave. Sumado a ello, el acompañamiento y el compromiso de las familias rurales son esenciales para lograr resultados visibles en el paisaje y en la vida de las personas que perduren en el tiempo”, agregó Lucía Lazzari.
El enfoque de la organización es inclusivo y participativo. A través de acuerdos voluntarios, asistencia y acompañamiento técnico, productores y productoras locales incorporan árboles nativos en sus chacras, desarrollan sistemas agroforestales y adoptan prácticas más sostenibles. Este año, 38 familias se sumaron con nuevas plantaciones en bordes de arroyos y zonas degradadas, contribuyendo al cuidado del suelo, el agua y la selva.
El trabajo de restauración forma parte de una estrategia más amplia que Vida Silvestre mantiene en Misiones desde hace más de dos décadas, enfrentando las principales amenazas al yaguareté: la pérdida de hábitat, la caza furtiva, los conflictos con la ganadería y los atropellamientos.
“Los sitios donde trabajamos son áreas de alta importancia para la conectividad del Bosque Atlántico del Alto Paraná, o selva misionera, definidos en el Paisaje Óptimo para la Conservación del Yaguareté (POCY), un estudio científico desarrollado por investigadores de CONICET”, puntualizó Lazzari. “Mediante el estudio se identificaron áreas prioritarias a conservar y/o restaurar para asegurar la conservación del yaguareté”, aclaró.
En un contexto ambiental crítico, la experiencia demuestra que la restauración de paisajes puede ser una política de desarrollo sostenible, capaz de reconstruir ecosistemas, fortalecer economías locales y proteger especies en riesgo.