#Paro8M
Hoy 8 de marzo se lleva a cabo en todo el mundo el Paro Internacional de Mujeres, donde las mujeres trabajadoras paramos y reclamamos la reivindicación de nuestros derechos y nos manifestamos en contra del sistema patriarcal. Este año en Argentina, luego de varios debates en el marco de la organización de las actividades para este día, se planteó “desalentar” la participación de hombres cis y se elaboraron en consecuencia decálogos sobre cual debía ser el acompañamiento de los hombres ese día.
Dichos decálogos establecían que el hombre podía quedarse ese día a cuidar a sus hijos o sobrinos, cubrir los turnos de sus compañeras de trabajo, hacerse cargo de los enfermos que estaban al cuidado de mujeres, entre otras tareas para asegurar que asistan a la marcha la mayor cantidad de mujeres y no lideren o “copen” este espacio los hombres. Si bien estos documentos no prohibían explícitamente la presencia masculina, hubieron muchos grupos, colectivos y organizaciones que pidieron a los varones que no vayan a la marcha.
Esto por supuesto generó controversia entre los hombres que sostenían que la lucha contra el patriarcado es de todos y todas, y por ende ellos también tenían que ir a la marcha. Entonces ¿hasta qué punto somos nosotras las que tomamos las decisiones dentro del movimiento feminista? ¿Hasta qué punto lideramos nuestra lucha por la reivindicación de los derechos de las mujeres? ¿Qué tanto entendió el feminismo un hombre que pide explicaciones y no respeta el “no” de la mujer?
No es no, y este “no vayas a la marcha” no es para nada caprichoso: es una decisión política. Una decisión que se toma para visibilizar y denunciar una crisis que se viene gestando de manera sistemática y generalizada en todas las organizaciones políticas y sindicales, donde se observaron denuncias de mujeres militantes a compañeros y dirigentes del mismo espacio por abuso y violencia, y esas denuncias fueron desestimadas, minimizadas y hasta encubiertas de manera orgánica. Y peor aún: tanto abusadores como encubridores marchaban como si nada en el #NiUnaMenos, como si así lavaran culpas o para seguir legitimando el machismo que practican dentro de las orgas.
No se trata de excluir a los hombres del feminismo. Se trata de que su inclusión al movimiento sea real, se vea plasmada en la práctica, en lo cotidiano, en lo privado, en el respeto al no. Feminista se es en la vida, no en la marcha
Astrid Ortega
Licenciada en Relaciones Pública
#DiadelaMujer
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